Esto es lo que habla cuando nadie habla
Daniel Lipara, traductor de los libros de poesía Aprender a dormir, de John Burnside (2017), y Memorial, de Alice Oswald (en colaboración con Mirta Rosenberg), comparte con nosotros poemas de su primer libro Otra vida (Bajo la Luna, 2018).
Gordon Parks
Jorge, el labrador
Jorge es el nombre de mi padre
hombre orgulloso de negro pelo largo la camisa abierta sobre el pecho
hijo de Francisco el fletero italiano
vive en Mataderos
donde el aire huele al sacrificio de las reses
su apellido es la isla de Eolo su nombre el que labra la tierra
maneja un taxi
ahí subió mi madre cuando huía de su primer esposo
después nací yo después Nadia
que es esperanza
su perro negro
corría por el fondo
cazaba palomas atrás del limonero de mi abuelo
me seguía dejaba que me aferrara a su pelo así aprendí a caminar
se llamaba Prometeo
viejo pastor veía a mi padre y movía la cola
no podía correr hacia él le fallaban las patas de atrás
lo cazó la oscuridad
bajo el limonero
maestro asador
de él aprendí a hacer el fuego
con hojas de eucalipto ramas trozos de corteza
el aire cruje
quemamos la carne tiramos entrañas al fuego de troncos sin hojas
y hasta el cielo sube la grasa en soplos de humo
tengo seis años
volvemos con el auto mientras la tarde
me llena los ojos de sueño
y el cielo de estrellas
su padre le quemó los libros
en la misma parrilla del fondo donde hace el asado
la guerra llegó pero no lo llamaron
fue camionero en el sur tuvo su radio Minotauro
y ahora su padre Francisco está muerto su vida
voló como un viento
Jorge peleó en su casa
a veces vuelve duerme con mi madre
la casa huele a asado como la isla de Eolo
y después del banquete que riega con vino
se mete en el capó del Taunus con las manos engrasadas
saca piezas y cables y caños
lava todo ese metal con agua
como un cazador
cuando abre un jabalí del bosque
y saca las entrañas con cuidado no quiere raspar los intestinos
separa hígado pulmones corazón
y lo limpia por dentro
Sai Baba
Una cobra
en las sábanas del niño
entre los campos de palmeras y arrozales
la quieta cobra que en su cuello tiene al cosmos
el rey de las serpientes
está en la cuna de Sathya Narayana Rayu
hijo de campesinos
en una aldea de piedra y paja en Puttaparthi
habla a los animales
a los cebúes y a los cerdos a las ratas y los perros del campo
en una acequia cae desmayado un día qué lo picó
cuando despierta es otro
ahora canta en sánscrito a veces ríe o llora de la nada
habla de árboles frutales que no conoce nadie
y pide que hagan ceremonias porque los dioses dice
están pasando ahora por el cielo
un exorcista
mata a un cordero y a un faisán
lo sienta en la mitad del campo traza un círculo de sangre
le rapa la cabeza le hace tajos
lava las heridas
con jugo de limón y ajo pero Rayu no habla
ahora su padre tiene miedo agarra un palo grita sos un loco
sos un dios o un fantasma
una mañana
se levanta y llama a su familia
les da flores y frutas que saca de la nada y dice
soy la reencarnación
del santo faquir musulmán
mi linaje y mi clan son sagrados yo soy
Sai Baba
divino padre divina madre
Puttaparthi, “tierra de hormigueros”
Y bajamos
a la tierra de las hormigas
ángeles cuelgan del arco de entrada
el auto entra al corazón del valle por la calle arenosa
donde el aire se adensa del zumbido de los rickshaws y las motos
el aire con olor a fruta y tierra
y Baba está por todos lados cuelga
sobre las vacas que duermen a la sombra
y los mendigos y las mujeres vestidas con telas celestes y rosas
vemos todo
como ciervos que corren por el campo abierto
y paran de golpe hay algo
traduce Susana
dice el señor
que antes el pueblo se llamaba
el hogar de pastores de vacas Gollapalli
que estaba todo el campo lleno de bellas vacas gordas
y un pastor
preocupado porque su favorita no le daba leche
la encontró amamantando a una cobra
se enfureció agarró una piedra aplastó a la cobra y ella
silbando su último suspiro
soltó una maldición ahora la tierra dijo
será un hormiguero
y el auto dobló
y cruzamos las puertas del ashram
los jardines
donde los dioses están quietos
es celeste su piel de mono su cabeza o de elefante
y los fieles vestidos con blanco panyabi
con una pequeña bandera atada al cuello
cantan om bajo los árboles en llamas
y esperan para a que empiece el darshan la visión de dios
donde aparece Baba
esos chicos
corren atrás del auto quieren bajar valijas
por unas rupias quieren
subirlas a este cuarto con dos camas dos colchones
que alquilamos en el ashram
van a hacer una excepción dice Susana
para que puedas dormir acá porque hombres y mujeres duermen
y comen y rezan separados
y yo
yo tendré que aprender
a comer con el silencio de las plantas
ceremoniosamente ir hasta el mandir
a pedirle a Sai Baba que cure a mi madre a pedir
con un grave fluir de silencio
Liliana
flor de lirio trae un coco
lleno de agua que dice te alimenta como un bife de vaca
y que ese hombre vende y corta con un machete
ahora yo
estoy vestido de blanco también
con una pequeña bandera argentina en la espalda
con un punto de ceniza entre los ojos
ceniza de bosta de vaca quemada con leche ceniza del cosmos vibhuti
mientras el sol se oculta y vela los caminos
y más atrás las colinas de Anantapur y el mar ceniciento y más atrás
mi propia casa
mi padre el labrador
silencio
esto es lo que habla cuando nadie habla
a qué suena
el cántaro de la cabeza
un arroyo de lluvia de canto de pájaros
esa ramita de sentido al borde de mi plato en la cantina
y si me muevo
y si me acerco a la corriente
es el seseo de las flores es la piedra que cae al agua
el nombre luminoso como un claro en el bosque de ruido
o más concretamente un estadounidense
que casi en castellano dice algo
esto es lo que habla cuando nadie habla
cuando el pie de mi madre
se torció por culpa de un montículo de tierra
nos tomamos un rickshaw ella mostró un tobillo hinchado
y el hombre nos trajo a la guardia
el salón está lleno
somos los únicos vestidos de blanco y la gente se acerca
parecen preocupados por mi madre
hablan en hindi en sánscrito en qué hablan
para ser este oráculo
que responde a una pregunta
que no me quiero hacer que nadie hizo
esto es lo que habla cuando nadie habla
estaba en el mandir
esperando a que saliera Baba el sol recién aparecía
y entonces un idioma que me hablaba
rugoso como la voz
de alguien que volviéndose un árbol tiene labios todavía
el viejo con la piel de ébano
sin bandera colgada en el cuello
inhaló un largo hilo de aire y exhaló un ovillo compacto sin resabios
y me miró como diciendo ahora es tu turno
olvidá lo que te trajo
tu escuela tus amigos la chica que te gusta tu otra vida
esto es lo que habla cuando nadie habla