El bifronte Carl Schmitt en la mirada de Carlo Galli
La mirada de Jano (FCE, 2011) del filósofo italiano Carlo Galli se constituye en una referencia ineludible para volver sobre la obra de Carl Schmitt.
La mirada de Jano
Carlo Galli
Traducción: María Julia De Ruschi
FCE, 2011
208 páginas
El pensamiento político y jurídico de Carl Schmitt probablemente sea el más lúcido de la derecha católica del siglo XX pero, al mismo tiempo, el más tergiversado. La reciente aparición de La mirada de Jano, del filósofo italiano Carlo Galli, se convierte entonces en una referencia ineludible para quien quiera realizar una lectura coherente y erudita de la obra de Schmitt.
Lo que vuelve original esta nueva lectura crítica es el precepto metodológico que guía los cinco ensayos que reúne el libro, esto es, que las categorías del pensamiento político de todo autor sólo adquieren validez teniendo presente los desafíos concretos e históricos a los que se enfrenta en cada situación. Es por ello que la lectura que ejercerá Galli sobre cada problema teórico específico al que se enfrenta Schmitt estará determinada por las diferentes fases por las que atravesó el pensador: la juvenil jurídica y luego especialmente católica, la decisionista de madurez, la lamentablemente nazi y totalitaria y, finalmente, la estrictamente “conservadora” que se abre luego de la Segunda Guerra Mundial.
Es a través de esta matriz de lectura que Galli interroga agudamente dos cuestiones tradicionales del pensamiento schmittiano: el problema del Estado como forma política moderna y el de la teología política que hace inteligible el moderno proceso de secularización. En efecto, Schmitt es, sin dudas, el mayor genealogista de la teoría política moderna con Hobbes, Bodin y Donoso Cortés como sus referentes teóricos fundamentales. Ahora bien, siguiendo el mismo método, Galli se centra a su vez en la evaluación por parte del pensador alemán de dos filósofos que no constituyen el centro de los análisis más frecuentes, Maquiavelo y Spinoza, acercando así a Schmitt a fronteras no demasiado exploradas.
Si Schmitt ha sido acaso el pensador trágico de la política por antonomasia, ello es porque al tiempo que sabe que el orden es algo necesario, evalúa que su configuración moderna termina resultando imposible. Schmitt piensa, de este modo, el problema de lo político desde sus dos caras, la del conflicto y la del orden, porque sabe que ambas están anudadas inextricablemente: hay una permanente presencia del conflicto en el origen del orden y, a la vez, una desconexión esencial entre la idea de orden y su realización efectiva. Es por ello que la mirada de Schmitt se dirige, como la del bifronte Jano, hacia el origen del orden y, a la vez, hacia su disolución, porque sabe que ambos son constitutivos de lo político.